Amor – Fruto de todos los dones espirituales

… si tengo toda la fe, como para mover montañas, pero no tengo amor, nada soy.

~1 Corintios 13:2b (NRSV)

Fruto del Espíritu desgrana el Amor Divino,

Alegría, paz y bondad de lo alto,

Disposición a obedecer todo lo bueno,

Alegría a Dios con la que traer.

Padre de las Luces nos redime para otorgar,

Poder para envolver – intuición para saber,

Estos dones espirituales dados desde arriba,

Están suscritos y encendidos en una cosa llamada ‘Amor’.

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Esta es la cosa. Se hace un gran alboroto acerca de ‘los dones’, el error de Corinto, que se supera en orden innumerable en cada generación, y se pierde el punto. Siempre se perderá el punto cuando confundimos la habilidad con el amor.

LA PRIMERA Y FINAL PRUEBA DE DIOS

La prueba de Dios es, Dios diciendo esto, ‘¿Puedes ser como Yo?’

Esto significa, ¿podemos, en el desempeño de nuestros dones -fe, profecía, sabiduría, lenguas, sacrificio, predicación, pastoreo, enseñanza, etc.- dominar la porción de amor requerida para el acuerdo correcto? ¿Está el don habitado con amor? La verdad, por sí sola, no es suficiente.

Es una prueba porque es lo más difícil de hacer. Poder ejercer nuestra habilidad de una manera que honre al Dador de nuestros dones espirituales es el requisito de esta orden Divina. Pero somos más propensos a olvidar la atribución divina, incluso, a veces, en medio de la iglesia.

Y luego hay momentos en los que lo hacemos bien. Dios nos muestra. Nos sentimos bendecidos. Se confirma en la forma en que pensamos y sentimos, ambos en alineación auténtica, y se ha sentido el toque de Dios. Alcanzamos el amor en la expresión de nuestro don.

RECORDANDO NUNCA OLVIDAR

Si lo anterior fue la prueba de Dios, la prueba de nuestras personas es nuestra memoria. ¿Podemos recordar que el amor es el camino? ¿Podemos recordar, en la necesidad del momento, que el amor es derramar su unción sobre los dones de nuestras obras? Mejor, aún, estar en deuda con el amor; estudiarlo y enamorarse de él a través de la compasión, la paciencia, la bondad y su deleite en la verdad.

Recordar para nunca olvidar es un cáliz envenenado. olvidaremos Emitiremos nuestros dones espirituales sin la perfección del amor y no se sentirán bien; sin embargo, Dios les permitirá descansar en el amor, porque ‘hablamos’ de nuestros dones en nombre Divino; el Señor la patrocinará con amor, supliendo nuestra carencia. La nuestra es la oportunidad de ser recordado.

Cuando olvidamos, simplemente se nos recuerda que Dios es amor y, aunque podamos fingir, a menudo no lo somos. Esto llama nuestra necesidad de Dios aún más.

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La alabanza de cada don se calla sin amor.

© 2012 SJ Wickham.

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