A ti puede parecerte una guarrería, pero lo cierto es que marcha. Tu pequeño está habituado a tomar leche solo desde el instante en que nació, conque para facilitarle la transición a los sólidos o semisólidos, es una gran idea entremezclarlos al comienzo con ella. Y también ir reduciendo la proporción de leche conforme el niño va mejor admitiendo la novedosa dieta.
En el momento en que un bebé no come bien, cualquier forma de facilitarle la transición va a ser un acierto.
¿De qué manera puedo entender si mi hijo lo es?
La verdad es que nos atrae etiquetar pese a encasillar algunos hábitos en un personaje preciso y, si bien es posible que tu hijo sea de alta demanda, asimismo es posible que sencillamente sea mucho más activo, mucho más demandante, mucho más sensible o absorbente. El Dr.Sears hace bastante énfasis en esto. Ya que es dependiente del sujeto que valora el accionar del niño y no tanto del niño en sí. Lo que para unos puede ser una actitud, para otros puede ser en menor o mayor medida. Ya que la opinión de determinados puntos como la intensidad, la sensibilidad o el absorbente que es un niño, es completamente subjetiva.
- Al detallar estas especificaciones procuramos ser ecuánimes, únicamente gráficos. No son especificaciones negativas o positivas del niño, sencillamente características. Dejemos el maldito sentimiento de culpa a un lado.
- Nuestras esperanzas como progenitores, quizás no sean realistas, y que nos hayamos creído eso que nos explicaron que los bebés son comer y reposar, y no. La verdad está alejadísima de todo lo mencionado, ¿no?
- Todos y cada uno de los pequeños son demandantes. Unos mucho más y otros menos. Pero todos precisan de nosotros 24 h cada día, por lo menos en los primeros meses de vida, y después va a ir en dependencia de cada caso.
- Varios pequeños quizás cumplen ciertas 12 peculiaridades que detalla Sears, pero el término como tal, tiene relación a esos que cumplan prácticamente la integridad de ellas.
¿Hasta cuándo es de esta forma?
De todos modos todo lo mencionado es un desarrollo adaptativo, que sucede transcurrido un tiempo, en el momento en que el niño comprende que hay ocasiones en las que está mama (y la teta), y hay en otras ocasiones que no, pero que siempre y en todo momento regresa .
Intentaremos ponernos en la cabeza del niño:
Consejos
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Escoge el instante conveniente. Lo idóneo es que las disciplinas inmediatamente después de la acción que deseas corregir.
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Céntrate en la conducta. No generalizar, es requisito charlar del inconveniente concreto. No es necesario etiquetar diciendo «siempre y en todo momento lo miso» o cosas por el estilo.
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No lo atemorizas. No le infundas temor o le amenaces. Llévalo a la reflexión y el razonamiento.
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Hazle comprender las secuelas de sus acciones. Explícale que cada accionar tiene una influencia, que en ocasiones puede ser negativa y dañar a otra gente.
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Jamás comparas su accionar. En el momento en que corrijas, céntrate en la acción negativa de su accionar y no lo compares con otros pequeños.
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Impide los insultos y chillidos. Para un niño, los chillidos de los progenitores son un indicio que dejaron de quererles y que no son tan buenos como aguardaban.
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Sé congruente siempre y en todo momento. No servirá que le regañes un día por el hecho de que maltrata a su mascota, y al día después le dejas llevarlo a cabo.
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Escúchalo con atención. Dale la posibilidad de detallarse ¿Por qué razón lo hiciste? Le va a ayudar a asumir su accionar y estudiar a admitir sus fallos.
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No te distances emotivamente. Si bien estés enojado por su accionar y lo regañes, hágale comprender que le prosigues deseando y que es esencial para ti.
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No pierdas la tranquilidad. Tómate unos minutos para tranquilizarte, respira intensamente y después charla con tu hijo utilizando un tono estable, pero relajado.
Escoge el instante conveniente. Lo idóneo es que las disciplinas inmediatamente después de la acción que deseas corregir.
Semeja que la sensación incesante de preocupación es intrínseca a la condición de madre o padre. Nuestras intranquilidades ahora empiezan desde el embarazo, ¿va a ir todo bien? ¿Va a tener algún inconveniente? Y prosiguen a lo largo de siempre.
Es un tradicional que los progenitores, más que nada los tempranos, nos agobiamos pensando en si nos encontramos haciendolo bien, si lo estimulamos lo bastante, si tiene el peso y la talla adecuados, pero más que nada, si tiene un avance infantil conveniente. Ya que si hay algo que nos preocupa verdaderamente a los progenitores, es ver de qué manera nuestro hijo no hace exactamente las mismas cosas que otros pequeños de su edad.
“¿Aún no afirma nada?”