En todo momento nos encontramos aguardando algo. Aguardando que suene el despertador, que descubramos qué nos semeja de desayunar, que esta persona nos llame o nos mande un mensaje, que se ardiente el agua, que nos depositen la quincena, que llegue el día a que vas a comer con la tuya familia, que concluya esta cuarentena, que nos llegue el libro que solicitamos en línea, que concluya el planeta o la Tierra reclame lo propio, que llegue la desaparición…
La vida es una incesante espera y no nos ofrecemos cuenta, de ahí que la periodista alemana, Andrea Köhler, efectuó el ensayo literario El tiempo regalado. Un ensayo sobre la espera sobre lo ineludible siempre y en todo momento estar aguardando algo – tangible o intangible– o alguien. Asimismo hace una atrayente reflexión sobre la lentitud, la paciencia y la paz que debe llevar una espera que no llega de manera inmediata por el hecho de que así, pierde el gratificante o no satisface nada.
Desde la acción sobre la espera de Ana Matey
Agradecida por esta colaboración de la que aparece la parte sobre la espera y este ensayo sobre la espera. No tengo bastante que decir salvo agradecer, en tanto que todo queda dicho en las próximas líneas. Este es el artículo terminado. Mil gracias querida Laura. Aquí se puede observar la documentación de la prenda.
Las percepciones sobre el tiempo-espacio se mueven como los dientes en la boca. Los tiempos de la región se desmenuzan en el pueblo. El territorio se desmenuza. Y rebrota. Ana Matey lo sabe (1).
La espera, herramienta totalitaria
Dictaduras y regímenes totalitarios hacen de la espera su herramienta fundamental. El poder centraliza, burocratiza, esconde, pospone, transforma la vida en antesala. Hay un empleo político de la espera: domesticar, plegar, desposeer de intención a quien espera una contestación. En las proyectos de Herta Müller, Czeslaw Milosz y Alexsandr Solzhenitsyn, la espera consigue apabullantes dimensiones.
Andrea Köhler no tiene relación a ello. Dedica unas páginas de su ensayo al relato de Franz Kafka, “Frente a la ley” (“absolutamente nadie fué mucho más insuperable con el tema del vínculo entre la escritura y la espera que Kafka”), y al Samuel Beckett de “Aguardando Godot ” , que transformó la espera en una dimensión dramatúrgica: la dramaturgia siempre y en todo momento está aguardando a que ocurra algo.