¿Cuántas ocasiones nos confundimos al cabo del día? ¿Y tras una vida? Muchas son las oportunidades en las que cometemos fallos; unas ocasiones por distraigas o abandonos, otras de manera completamente involuntaria, otras como efectos colaterales por estar ofuscados en hallar un fin. Sea como fuere, el inconveniente no es confundirse sino más bien admitir que lo hicimos y entender excusarnos.
Hace unos días estábamos en una comida familiar en el momento en que mi hijo mayor, en un alarde de independencia, risas y juegos, tiró sin ver el palo con el que jugaba, con la puntería de ofrecerle en la cabeza un familiar que se encontraba en la celebración. Todos nos quedamos un tanto paralizados y enseguida salió alguna voz que le afirmaba “no pasa nada”. Su padre y yo nos observamos y le afirmamos que había hecho daño a un individuo por no meditar en las secuelas de echar un palo atrás sin ver. Son cosas que tienen la posibilidad de acontecer, especialmente cuando tienes tres años y la puntería que acostumbran a tener, pero era una ocasión a fin de que todos –y, más que nada, él– aprendiéramos una lección. No consistía en hacerle plañir o hacerle sentir culpable. Consistía en que comprendiera que se había equivocado y disculparse con esa persona, empatizar con ella y darle su asistencia para procurar “establecer nuevamente” el orden.
Con clase se nace
A un individuo se le respeta por de qué forma trata quién tiene menos que ella. Alguien que alardea, normalmente siente que debe aparentar tener mucho más que el resto en elementos materiales, sumado a ello frecuenta accionar tal y como si quienes le cubren no valieran la pena, aun puede llegar a humillar a el resto sean o no de su familia.
Lo triste es que los presumidos carecen de fortalezas y tan llenos de debilidades y miedos, que sienten que por ser mejores que el resto tienen que achicar y humillarlos, así se sienten mejor consigo mismos, si bien sea una pura alucinación.
Obsequia educación para el futuro
No está mal que hagamos regalos a nuestros hijos, ese juguete que quiere, una bicicleta a fin de que desde ahora aprenda a montarla, o quizás una mascota; pero debemos rememorar que cada día tenemos la posibilidad de llevar a cabo un obsequio, con lo que no es requisito aguardar un instante particular.
Esto particularmente, es esencial a fin de que los pequeños no desvíen la auténtica razón de ese día festivo; Navidad tiene bastantes significados lindos, de la misma puede serlo el día de cumpleaños o de graduación, cosas que no solo tienen relación con obsequios materiales.
Hay un niño que dicen (Gloria Fuertes)
Hay un Niño que comentan que llora música. ¡Lo observaremos todos con aleluya!
Hay un Niño nacido. ¡Qué resplandores! ¡Lo observaremos todos no vaya a ser que llore!