Sintetizar una enorme localidad como puede ser la ciudad más importante de Italia en unos puntos indispensables es un trabajo duro. Cada uno de ellos tiene sus sitios preferidos, y mucho más si charlamos de Roma, referente cultural, intelectual, político, en este momento y ya hace siglos. Pero lo intentaremos.
Piazza di San Pietro (Plaza de San Pedro)
Si sois muy puristas, me diréis que esta plaza no forma parte a Roma, sino más bien a Localidad del Vaticano, que es de todos modos otro estado. Sean o no puristas, tengan razón, pero al estar en la urbe romana, y pues me venga en gana, todo sea dicho, lo he incluido entre las plazas de visita obligada en Roma, puesto que extraño es quien en su visita a Roma, no se da una vuelta por la Localidad del Vaticano. Alén de opiniones religiosas y del desperdicio de dinero y buen vivir que se siente, el Vaticano impresiona, y la plaza no es así menos.
Impresiona en el momento en que la ves en la tele en entre las habituales misas tumultarias del Papa, pero quizá impresiona mucho más a la primera hora de la mañana, si tienes la fortuna de hallar esa plaza elíptica prácticamente desierta, con ese colosal obelisco egipcio atravesando el cielo, una fusión de forma armoniosa especial.
El nombre de la plaza podría tener origen, por la deformación en la utilización, desde los juegos ‘agonales’ (in agone, nagone, navone, navona ) que aquí se efectuaban. Pasó de esta forma a nombrarse Platea Agonalis. No obstante, asimismo influyó sobre el nombre dado que esta plaza de manera alargada se inundara (en empleo desde el siglo XVII al XIX) para la diversión del pueblo en los días calurosos del verano o en las fiestas populares.
Si Roma es la ‘Plaza de todo el mundo’ en expresiones del rey Fernando el Católico, Plaza Navona es por antonomasia, el sitio de encuentros para todos y cada uno de los que nos aproximamos a la Localidad Eterna. Todo el planeta se da cita en la Plaza Navona.
Preparativos y entrada del ejército castellanoaragonés en el sur de Italia
Según el catedrático por la Facultad Complutense de La capital española y entre las máximas excelencia en lo que se refiere a los estudios sobre la Baja Edad Media y la Edad Actualizada, Miguel Ángel Ladero Quesada: “al estudiar la primera guerra de Nápoles en el Fichero General de Simancas, se concluye que la asistencia militar prestada por los Reyes Católicos al rey de Nápoles sería eminentemente naval, si bien estaría complementada con un ejército conformado por caballería y también infantería” (Ladero, 2008, pág. 12).
Esto prueba de qué forma los 2 ejércitos, pese a ser independientes, estaban vinculados. Aun el ejército terrestre se encontraba supeditado bajo el mando de la flota. De ahí que, los Reyes Católicos confiaron a don Galcerán de Requesens que mandara la armada, al tiempo que para las tropas terrestres el mando recaería en un joven capitán que se había bregado en la guerra de Granada, don Gonzalo Fernández de Córdoba ( Ladero, 2008, pág. 12).