Como traductor y editor de Egidio, Tolkien discierne sobre su tarea en el Prólogo. Sus comentarios sobre la naturaleza del manuscrito, su creador, y el interés que pudiese suscitar la historia ahora fueron comentados antes. Pero es en exactamente el mismo título de la obra donde podemos encontrar el primer rastro en broma filológica: Tolkien disminuye el largo y pomposo título del artículo a un simple Egidio, el granjero de Ham. Varios han sentido que parte importante del encanto que ha provocado esta obra proviene de la yuxtaposición entre lo serio y lo informal. El triunfo de Egidi piensa el triunfo del pueblo, de lo ordinario, lo habitual. Hay múltiples ejemplos lingüísticos en el artículo, que observaremos ahora.
Utilizando como principio la ficción, la nada, Tolkien deduciría que Tame es en este momento Thame. La broma es que, en la lengua inglesa, “Thame con una h es un disparate sin justificación como Thomas, could, debt, doubt” . El topónimo Worminghall (Palacio del Dragón) que hace aparición en el largo título original es, para Katharyn Crabbe, la inspiración lingüística de Egidio. El perro de Egidio, Garm, “no sabía charlar no el latín macarrónico; pero…podía usar la lengua habitual tanto para amenazar para fanfarronear o lisonjear”, si bien su amo “sabía amenazar y fanfarronear mejor que él” .
La introducción a la crónica de un trabuco, arma aparecida en el siglo XVII, no ya no es otro chiste lingüístico. El creador entrometido se pregunta qué es un trabuco, y dirige la atención a la contestación que brindaron los 4 Sabios de Oxenford: “Un trabuco es un arma, corta, de enorme calibre, que dispara varios proyectiles o puestas, y que puede ser mortal en un alcance con limite, si bien no se realice un blanco especial. El día de hoy alejado a países civilizados por otras armas”. Estos 4 sabios serían los editores del Oxford English Dictionary, obra donde nuestro Tolkien trabajó, y la definición hace aparición así como en el diccionario. Este aspecto no sería muy importante si no consideráramos la apostilla final en la definición: “El día de hoy apartado a países civilizados por otras armas”. Irónicamente, mucho más adelante, en Egidio, se nos comunica que “jamás lo disparó”. Para los propósitos de Egidio era en general bastante que lo mostrara. Y el país todavía no se encontraba civilizado, ya que el trabuco no había sido apartado; se trataba, de todos modos, del único género de arma que existía, y todavía era poco recurrente. La multitud prefería los arcos y las flechas…(las cursivas son mías)”. El chiste del trabuco supone que este pueblo todavía no se encontraba bastante civilizado para usar armas mucho más eficientes que los arcos y las flechas.