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Si premiarás a tus pequeños con tu tiempo recuerda asimismo que este ha de ser un tiempo de calidad que les favorezca al límite.

Si jugarán es buen instante para mostrarles los juguetes y diversiones que te agradaban de pequeña.

Que las prisas no te birlen la magia de la niñez

Las prisas son nuestras peores consejeras. Ellas se dedican a hurtarnos los instantes mucho más apreciados y los mucho más espectaculares datos de la magia de la niñez. No obstante, si nos detenemos a meditar, quizás tenemos la posibilidad de solucionar esto.

Los deberes, organizar la vivienda, ducharse, fútbol a las seis, cumpleaños a las ocho, cena a las diez… Todo el día en el trote…y en el galope. ¿Qué deseamos hallar con esto? ¿Están gozando nuestros pequeños? ¿Nos encontramos conscientes de lo que nos nos encontramos perdiendo y de lo que les hacemos perder?

¿De qué forma actúa este síndrome?

La exteriorización de este síndrome cambia dependiendo del niño, ahora se describen las manifestaciones primordiales que ciertos pequeños hacen para soliciar la atención de los progenitores y cuidadores primordiales:

  • Utilización de un lenguaje mucho más infantil. Pese a haber logrado la consecución de un lenguaje claro, propio de la etapa evolutiva en la que esté, es común que el niño hable como menor.
  • Enuresis. Exactamente la misma sucede con la utilización del lenguaje, es frecuente que el niño presente inconvenientes con el control de esfínteres, pese a haberlo tenido controlado antes de la llegada del hermano.
  • Otro género de regresiones evolutivas. Aparte de los retrocesos evolutivos previamente descritos que se reflejan en el lenguaje y descontrol de esfínteres, se muestran otros en la conducta y en los hábitos, como estimar usar biberón, chuparse el dedo, no estimar reposar solo , reclamar la asistencia de los progenitores para tareas que antes hacía solo, etcétera.
  • Llanto recurrente. Plañir de manera recurrente y persistente es otra de las probables formas de proceder manifestadas por este síndrome.
  • Actitud negadora. Negación frente a las solicitudes que efectúan los progenitores como, por servirnos de un ejemplo, agarrar los juguetes, comer, jugar con el hermano, etcétera.
  • Disminución en el desempeño escolar. Si bien para muchos pequeños estar en la escuela puede sospechar alivio para no tener que meditar en el nuevo hermano, otros reflejan en los desenlaces académicos los celos que sienten.
  • Protestas psicosomáticas. Dolor estomacal, de cabeza, malestar intestinal, etcétera.
  • Cambios en el accionar. Posiblemente presente formas de proceder que hasta la actualidad no había tenido, como accionar belicoso, desafiante, nerviosismo, incomodidad, etcétera. En lo que se refiere al accionar, es esencial asimismo nombrar las pataletas que los pequeños tienen. Estos cambios de accionar tienen la posibilidad de acontecer tanto en el hogar como en la escuela y otros sitios públicos.
  • Enfado con los progenitores. Los celos y la envidia asimismo son expresados ​​con enfado hacia los progenitores, sintiéndose el niño menos esencial en la vida de estos.
  • Ignorancia hacia el hermano. Accionar tal y como si el hermano no tenga existencia, esto es, sin enseñar interés hacia él, por servirnos de un ejemplo, no realizando caso a la criatura, no jugando con él o, aun, no pintando a su hermano en un dibujo del composición familiar.
  • Temores. Puede suceder que el niño sienta temores que hasta la llegada del hermano no había sufrido.

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