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Entre las ocasiones mucho más graves que puede realizar en frente de una pareja es la infidelidad de uno de sus integrantes. Esta infidelidad radica en una relación cariñosa o sentimental con un individuo diferente a la pareja frecuente. En estas situaciones, se genera una separación de la seguridad entre las dos partes; sin esa seguridad recíproca, que se encuentra dentro de los pilares básicos de cualquier relación sentimental, la pareja queda seriamente dañada.

Nuestro término de infidelidad es de bien difícil precisión, puesto que no siempre supone tener relaciones íntimas con otra persona. Ya que la seguridad es una cuestión muy subjetiva, cada sujeto puede estimar como infidelidad algo nuevo. En todo caso, este se encuentra dentro de los fundamentos mucho más usuales de separación; según múltiples estudios, solo el 50% de las parejas en las que hubo infidelidad por ciertas partes, alcanzan restituirse y socorrer la relación.

No le ofreció una disculpa franca

Si él no está verdaderamente arrepentido con lo que logró, usted no puede pasar a una relación sana. Si se arrepiente con sinceridad y se siente culpable por sus acciones, aceptará lo que logró y se disculpará con sinceridad con usted.

Se disculpará con sinceridad y no echará la culpa a la persona insultada. No fuiste tú quien lo logró mentir, todo se debió a las resoluciones que tomó.

Tienes temor.

El accionar de tu pareja te atemoriza. Tienes temor de solicitarle o mencionarle algo pues no tienes idea de qué forma va a reaccionar. El temor es una señal de abuso psicológico.

Tu pareja te afirma regularmente todo cuanto haces mal y todo cuanto necesitarías prosperar. Pero en lugar de guiarte, no hace mucho más que indicar tus defectos y actuar tal y como si fueses una causa perdida a la que no puede echar una mano por el hecho de que es bastante enclenque.

¿Qué nos hace manipulables?

En ocasiones, un exceso de empatía; en otros, los temores que condicionan nuestras vidas. En ocasiones una falta de carácter o llevar a cabo una reflexión sosiega que nos previenen ser siendo conscientes de la manipulación que hay de fondo y poner límites.

Con frecuencia, la raíz del inconveniente está en una baja autovaloración. La gente con complejo de inferioridad se equiparan con el resto y piensan que carecen de exactamente las mismas habilidades, que sus pretensiones son menos esenciales y de ahí que tienden a meditar que sus deseos son prácticamente poco relevantes, aun se sienten ególatras en el momento en que tratan de priorizarlos. Todo ello provoca que la gente con baja autovaloración sean presas simples del chantaje sensible.

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