¿Dónde estaríamos sin nuestras madres? Lo sé, parece una pregunta retórica, pero lo digo en serio. Seguro que algunos de nosotros hemos tenido relaciones difíciles con nuestra madre o madres; eso es cierto para muchas personas. Pero no olvidemos quiénes son esas mujeres: son las que nos criaron y nos amaron incondicionalmente cuando éramos niños. Les debemos mucho.
Las madres son importantes. La familia es importante. El amor es importante. El perdón es importante. La compasión es importante. El valor también es importante.
Una madre es alguien que puede ocupar el lugar de todos los demás, pero cuyo lugar nadie más puede ocupar.
Una madre es alguien que puede ocupar el lugar de todos los demás, pero cuyo lugar nadie más puede ocupar.
- El amor de una madre es incondicional. Siempre puedes confiar en que tu madre estará ahí para ti, pase lo que pase o lo mal que se pongan las cosas. Tu madre siempre te cubrirá las espaldas y te apoyará en todo lo que pueda.
- Lo mejor de tener una madre es que siempre estará a tu lado cuando más la necesites. No dejará que nada le impida estar ahí cuando más lo necesites: ¡dejará todo lo que esté haciendo para ayudar en cualquier situación que pueda surgir en casa!
Que se sepa, somos una bonita familia normal.
Que se sepa, somos una bonita familia normal. La familia es importante para mí, y creo que también lo es para ti. La familia es un vínculo especial que nos une a todos como ninguna otra relación puede hacerlo. La familia es una fuente de fortaleza cuando los tiempos son difíciles y de alegría cuando no lo son.
Espero que todos los que lean esto pasen unas vacaciones maravillosas con sus seres queridos.
Mamá fue mi mejor maestra, una maestra de compasión, amor y valentía. Si el amor es dulce como una flor, entonces mi madre es esa dulce flor del amor.
Mamá fue mi mejor maestra, una maestra de compasión, amor y valor. Si el amor es dulce como una flor, mi madre es esa dulce flor del amor. Mamá me enseñó a ser compasiva y a no juzgar a la gente por su aspecto o su procedencia. Me enseñó que, por muy difícil que sea la vida, siempre puedes encontrar algo positivo en la situación si buscas lo suficiente. Me enseñó que hay momentos en los que tienes que defenderte a ti mismo y a los demás, incluso si eso significa asumir riesgos o ser lo bastante valiente para hacer lo correcto a pesar de lo que los demás puedan pensar de tus acciones.
También me enseñó lo importante que es cuidarse físicamente, porque una vez que tu cuerpo deja de estar sano, ya nada más importa.
Las madres sostienen las manos de sus hijos por poco tiempo, pero sus corazones para siempre.
Las madres sostienen las manos de sus hijos durante poco tiempo, pero sus corazones para siempre.
Cuando nacemos, nuestras madres nos dan la vida y nos mantienen a salvo. Nos crían con amor y nos enseñan a ser buenas personas. Las madres nos enseñan a ser amables con el ejemplo y nos animan a hacer lo correcto incluso cuando nadie nos ve. Las madres son nuestras primeras maestras porque nos guían por el mundo con amor y compasión cuando nadie quiere ayudarnos ni reconocer que tenemos un problema. Cuando nos hacemos adultos, las madres permanecen a nuestro lado como mentoras que siempre velan por nuestros intereses.
El corazón de una madre es un profundo abismo en cuyo fondo siempre encontrarás el perdón.
El amor de una madre es incondicional. Las madres siempre están ahí para sus hijos, en las buenas y en las malas. El amor de una madre nunca puede romperse por ninguna circunstancia y una madre siempre perdonará a su hijo independientemente de lo que haya hecho.
Ser madre a tiempo completo es uno de los trabajos mejor remunerados… ya que el pago es puro amor.
Ser madre a tiempo completo es uno de los trabajos mejor pagados… porque la paga es puro amor. La paga es incondicional. Es para siempre, ¡y no tiene precio!
El amor de madre es paz. No hace falta adquirirlo, no hace falta merecerlo.
No importa lo que haga una madre, no puede estar equivocada. Siempre será la madre perfecta.
El amor de una madre es paz. No hace falta adquirirlo, no hace falta merecerlo. Es un regalo de Dios; un signo de Su presencia en nuestras vidas y en nuestros hogares en Navidad.
Hay mucha presión en este mundo para ser una buena persona, hacer lo correcto y tener éxito. Nuestra sociedad nos enseña que el trabajo duro se recompensa con dinero y estatus. Se nos dice que si nos esforzamos más que los demás -si sacamos las mejores notas o conseguimos ese gran ascenso- todo nos saldrá a pedir de boca.
Pero, ¿y si en la vida hubiera cosas más importantes que el trabajo? ¿Y si tu madre fuera una de esas cosas? ¿Y si no se tratara de lo que has conseguido o de cuánto dinero ganas, sino de quiénes son tus amigos, quién está a tu lado cuando las cosas se ponen difíciles, quién te quiere incondicionalmente aunque sepa que no eres perfecto? ¿Y si se trata de tratar a la gente con amabilidad cada día porque son importantes?
En realidad, no podemos medir nuestra valía en función de dónde acabemos profesionalmente (o incluso personalmente). No podemos medir nuestro éxito en la vida por la cantidad de bienes materiales que adquirimos, porque esas cosas no prometen felicidad ni plenitud. En lugar de eso, centrémonos en ser buenas personas: queriendo a nuestras madres y haciéndolas sentir especiales; valorando la amistad por encima de los logros; estando agradecidos por lo que tenemos en lugar de perseguir siempre algo mejor.
Conclusión
La Navidad gira en torno a las madres. Se lo merecen y debemos dárselo todo.